martes, 28 de febrero de 2012

El río Agné

La barca de Setec

Soy el río Agné, vivo en la región de Tolicia, en África Sur-oriental, entre los montes Mun-tung y el río Palmarvá.

Me gustan las estaciones, las del año.

Cuando vienen las lluvias mi cauce caudaloso se agranda y se llena de remolinos y rápidos que arrastran fragosas rocas, piedras que entrechocan con estrépito, se llena de troncos y ramas y techos de chozas, de bueyes hinchados, de aves inertes con sus plumas pegadas al cuerpo flaco; allá donde empujan mis aguas crecidas y bravas en oleadas contra las orillas reblandecidas tumban más árboles, rocas, lodos, chozas, arrastran muebles, animales, hombres.

En el otro extremo, la estación seca. Débiles flujos de aguas subálveas bajo cantos rodados y arenas que fueron montañas. Charcos barrosos. Aguas podridas con insectos hambrientos: ditiscos, madres de agua, voraces larvas de libélula, zig-zag de zapateros.

Cruzo por la región del Poblado-del-Hombre, donde la tribu Qtrdig vive de las cosas de allá, de criar algunos bueyes, de cultivar algunas patacas, de lo que pillan.

Tengo allí un vado en época seca, que en época de lluvias es casi practicable en barca.

Los hompres de allí cruzan mis aguas, a pie o en barca, para atender sus asuntos de la otra orilla.

Y los cocodrilos del río ven este tráfico con buenos ojos, ya que les proporciona alimento, no obstante es un alimento peligroso, que no se conforma fácilmente con su suerte y que suele llevar estacas agudas y otras defensas, por lo que los cocodrilos, en general, prefieren a los bueyes. Que además tienen más alimento.

Para los hombres yo soy un dios, el dios Agné. Los cocodrilos son otro dios, el dios Setec, así se decía. Y han aprendido a apaciguarnos con varios ritos. Por ejemplo, cuando mis aguas se revuelven al máximo organizan un baile ruidoso que les ocupa varios días. Tiene que ser ruidoso porque los cocodrilos salen de mis aguas con esas crecidas, los cobardes. Aún así puede haber alguna baja humana, pero a los nueve meses hay numerosas altas, tengo observado.

Otro rito.- La “Barca de Setec” es una barca sagrada, en cuya proa hay una cabeza de cocodrilo y a popa una cola que se curva hacia dentro, ambas de madera, para no provocar, quizá. En esta barca pasan los hombres y algunas mercancías de una orilla a otra.

Otro rito más.- Sacrificios. Cuando se hace el paso anual de hombres y ganados por el vado, se realizan sacrificios a ambos lados, para que Setec les sea propicio. Y lo es. Sólo algunos años especialmente duros los hombres sacrifican a los suyos, creen que así apaciguan a algún dios.

Puede decirse que gracias a la piedad de los hombres la población de cocodrilos se mantiene a niveles óptimos junto al vado.

A mí sin embargo no me afectan las pequeñeces de los hombres, aunque he oído que hay colegas de la margen izquierda del Palmarvá cuyas aguas se llenan de desechos humanos. Debe ser una exageración de mi gente. Aunque cuando el río suena, agua lleva, dice el dicho.



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