domingo, 22 de abril de 2012

Tu blog me inspira un logaritmo

Este blog ha recibido la nominación "Tu blog me inspira", por parte de mi amiga Candela Vizcaíno, intensa bloguera. Y lo agradezco.
Ahora se supone que yo debería nominar 10 blogs que me inspiran, etc. Pero un momento, un momento.
Si a mí se me ocurriera dar un empujoncito a diez criaturas, y cada criatura de las diez diera un empujoncito a otras diez, y etc., etc., ¿dónde llegaríamos?
Inicio: 1
1ª generación: 1x10= 10 = 10^1
2ª generación: 10x10= 100 = 10^2
3ª generación: 100x10= 1000 =10^3
...
n-ésima generación: 10^n
Ojú, esto se pone a reventar de premios. ¿Cabrán en el mundo?
Si suponemos que en el mundo hay 7 mil millones de personas, todos ellos blogueros, lo cual parece mucho suponer, tendríamos que el tope de 7x10^9 se alcazaría en la generación p, la p-ésima generación:
7x10^9 = 10^p
Esa p-ésima generación se calcula como:
p log10 = 9 log 10 + log 7 ; como log10= 1: p = 9 + log7 = 9,85
Así que la generación 9 ya no encontraría bastante gente en el mundo a quien empujar.
Es verdad que se pueden repetir los premiados, los empujados, es verdad.
Pero no me apetece este tsunami de empujones, ¡podríamos inundar Holanda y Venecia, derribar la Torre Pelli, recrear el Lacus Ligustinus!, ah, no soy tan vándalo.
Así que, amiga Candela, muito obrigado, muy agradecidísimo, pero no puedo seguir la ola. 
Que la luz no se te encarezca (demasiado).

viernes, 20 de abril de 2012

Max Planck y el mundo exterior



Max Planck nació en Kiel, Alemania en 1858, murió en Gotinga en 1947. Premio Nobel de Física 1918 «por su papel jugado en el avance de la física con el descubrimiento de la teoría cuántica». Por primera vez se señalaba que las leyes físicas del Universo no se movían de modo continuo.
Qué cosas dice:

Lo que me condujo a mi ciencia, lo que desde joven me hizo entusiasmarme por ella, fue el hecho -en absoluto evidente- de que las leyes de nuestro pensamiento concuerdan con las regularidades que presenta el flujo de las impresiones que recibimos del mundo exterior, el hecho de que al ser humano le resulta posible, por tanto, obtener por medio del puro pensamiento información acerca de tales regularidades. Que el mundo exterior constituya algo independiente de nosotros, algo absoluto frente a lo que nos encontramos, tiene de cara a ello una importancia fundamental; y la búsqueda de las leyes que rigen ese Absoluto me parecía la más bella tarea de una vida dedicada a la ciencia.

Ah, pero...

Una de las más dolorosas experiencias de mi vida científica fue que rara vez, incluso me atrevería a decir que nunca, logré que una tesis nueva para la cual estaba en condiciones de aducir una una demostración absolutamente concluyente, si bien sólo teórica, fuera aceptada de manera generalizada. (...) Frente a la autoridad de hombres como...

Todavía peor:

…una nueva verdad científica no se impone porque sus oponentes se convenzan de ella y confiesen haber visto la luz, sino más bien porque poco a poco se van extinguiendo y a la generación siguiente se la familiariza de antemano con la verdad.
 (“Max Planck, Autobiografía científica y últimos escritos”, edición de Nivola)

Ah, la autoridad.

Cuando murió se convirtió en el cráter Planck de la Luna.

sábado, 14 de abril de 2012

La silla de Eneas, el caballo

La silla de Eneas
La silla de Eneas, el caballo

Eneas aparece varias veces en la Ilíada, más bien sin gran gloria en comparación con las estrellas del poema. Pero deja un rastro, una filiación, que recupera Virgilio. Ahora sí es la estrella indiscutida.
Cotejemos a Homero con Virgilio: ¿es el mismo Eneas?
Mientras tanto aquí está la silla: otra silla de Eneas. Y el caballo, si no de Troya, de Toys'r'us.

PS. Es verdad que el propio Neptuno profetizó, según narra la Ilíada, que después de Príamo Eneas sería rey de los troyanos. Y que Eneas aparece próximo a Héctor y de los primeros entre los troyanos.
Pero le roban sus famosos caballos en sus barbas y dos veces son los dioses los que le tienen que sacar del combate para presevar su vida, bueno, la segunda nada menos que ante Aquiles. Así que mucho debió crecer para comerse a los rútulos a puñados en la Eneida.
Se dice que la Eneida es un encargo propagandístico de Augusto, de hecho tiene pasajes en que la adivinación del supuesto futuro para acomodarlo a la traza de Augusto es de esmerada precisión. Claro que entonces las artes adivinatorias estaban en pleno apogeo. También se dice que Virgilio quiso al final de su vida que se quemara el trabajo: ¿sería que Augusto no estuvo dispuesto a cumplir sus promesas? Diría Augusto: no me glorificas lo bastante (nunca sería lo bastante), de lo dicho, nada, monada.
La buena idea es ¿robar?, ¿capturar? un personaje de un poema con varios siglos de antigüedad para darle una nueva vida, que sus padres originales no podrán denunciar.  

sábado, 7 de abril de 2012

Isaac Asimov: ciencia y belleza

Debía algún homenaje a Isaac Asimov. Escribió entretenidos e ingeniosos relatos de ciencia ficción, montones de ensayos sobre divulgación científica, sencillos libros de historia. Con sencillez y entusisasmo habló de lo complejo, con humor, con espíritu crítico. Un héroe.
Walt Whitman compuso un poema en el que manifiesta su aburrimiento ante la conferencia de un astrónomo; Isaac Asimov hizo un discurso enfatizando la belleza que aflora gracias a la ciencia. Lo pongo a continuación: enlace al discurso subtitulado y texto traducido:
(A favor de Whitman: algunos científicos hecen difícil lo fácil a base de oscura palabrería).

Este es uno de los poemas más conocidos de Walt Whitman:


Mientras escuchaba al docto astrónomo,
mientras las demostraciones y los números eran alineados en columnas ante mí,
mientras se me mostraban los mapas y diagramas para ser sumados, divididos y medidos,
mientras sentados en el aula escuchaba la aplaudida conferencia del astrónomo,
sin razón aparente, me sentí de pronto fatigado y mareado,
hasta que me levanté, salí sigilosamente y comencé a vagar
por el místico y húmedo aire nocturno, y, de vez en cuando,
en absoluto silencio, levantaba la vista hacia las estrellas.


Supongo que al leer estas líneas muchos se dirán, complacidos:
"¡Es cierto! ¡La ciencia absorbe belleza de todo lo que nos rodea, reduciéndola a números, tablas y fórmulas! ¿Para qué voy a molestarme en estudiar todas esas tonterías si para contemplar las estrellas no tengo más que salir al exterior?"


Esta es una opinión muy cómoda, ya que no sólo hace innecesario el conocimiento de las complicadas teorías, sino que las convierte en un evidente equivocación estética. En lugar de esto, lo mejor es echar una ojeada al cielo nocturno, recibir una inyección rápida de belleza y acudir a una discoteca.


El problema estriba en que Whitman hablaba sobre cosas que no conocía, si bien es cierto que el pobre tampoco tenía otra posibilidad.
No discuto la belleza del cielo nocturno. En mis tiempos yo también pasé horas tumbado en la ladera de una colina contemplando las estrellas y admirando su hermosura (y recibiendo picaduras de insectos que tardaban semanas en curarse).


Lo que se ve, sin embargo -esos puntos luminosos, titilantes y silenciosos-, no constituye toda la belleza que existe. ¿Hay que admirar amorosamente una sola hoja e ignorar la presencia del bosque? ¿Hemos de contentarnos con el brillo del Sol en un grano de arena y desdeñar el conocimiento de la playa?


Esos puntos brillantes en el cielo que denominamos planetas son mundos. Existen mundos con una espesa atmósfera compuesta por dióxido de carbono y ácido sulfúrico; mundos hechos de líquido incandescentes con huracanes que podrían engullir la Tierra entera; mundos inertes marcados por desiertos rosáceos y desolados. Todos ellos poseen una belleza misteriosa y sobrenatural que se reduce a un simple punto luminoso si nos limitamos a contemplar sin más el cielo nocturno.


Los otros puntos brillantes, aquellos a los que no llamamos planetas sino estrellas, son en realidad soles. Algunos son de una grandiosidad incomparable y emiten la luz de mil soles como el nuestro, mientras que otros son simplemente brasas incandescentes que despiden muy poca energía. Ciertos soles son cuerpos compactos con la misma masa que nuestro Sol comprimida en el volumen de un pequeño asteroide. Y los hay más compactos todavía: soles que se contraen hasta anular completamente su volumen, cuyo emplazamiento se caracteriza por un fuerte campo de gravedad que lo engulle todo y no devuelve nada, cuya materia se adentra en espiral por un pozo sin fondo lanzando el salvaje grito de agonía de los rayos X.


Existen estrellas que laten eternamente en un inmenso ciclo respiratorio cósmico; otras, una vez consumido su combustible, se dilatan y enrojecen hasta engullir a sus propios planetas, en el caso de que los tengan (algún día, dentro de miles de millones de años, nuestro Sol se expandirá y la Tierra se quemará, se secará y se vaporizará, convirtiéndose en un gas de hierro y roca sin dejar rastros de la vida que una vez dio). Algunas estrellas estallan en un inmenso cataclismo, provocando una violenta ráfaga de rayos cósmicos que se desplazan casi a la velocidad de la luz y llegan a la Tierra después de miles de años, para suministrar parte de la fuerza motriz de la evolución por mutaciones.


A esta ínfima cantidad de estrellas que vemos al alzar la vista en absoluto silencio (no más de 2.500, incluso en las noches más oscuras y despejadas) se suma una vasta e invisible multitud que asciende a la enorme cantidad de trescientos mil millones -300.000.000.000- y forma un enorme molinete en el espacio. Este molinete, la galaxia de la Vía Láctea gira alrededor de su centro en una amplia y majestuosa revolución que tarda doscientos millones de años en completarse (el Sol, la Tierra y nosotros mismos efectuamos también ese giro).


Más allá de la Vía Láctea existen otras galaxias (aproximadamente una veintena), que, junto con la nuestra, forman un grupo de galaxias. La mayoría de ellas son pequeñas y están compuestas por apenas unos pocos miles de millones de estrellas, aunque existen al menos una, la galaxia Andrómeda que es dos veces mayor que la nuestra.


Además de nuestro grupo existen otros grupos de galaxias, algunos de los cuales están formados por miles de unidades. Estos grupos se extienden por el Universo hasta donde alcanzan nuestros telescopios, sin signo visible de que acaben nunca, y es posible que su número total sea de cien mil millones.


Cada vez conocemos más galaxias en cuyo centro existen una intensa violencia: grandes explosiones y ráfagas de radiaciones, que indican la extinción de tal vez millones de estrellas. En el centro de nuestra propia galaxia también existe una actividad increíblemente violenta, oculta a nuestro periférico Sistema Solar por las enormes nubes de polvo y gas que se encuentran entre nosotros y el palpitante centro.


Algunos centros galácticos son tan brillantes que pueden ser divisados a distancias de miles de millones de años luz, distancias desde las cuales las propias galaxias no son visibles, destacándose únicamente sus brillantes centros por la devastadora energía que en ellos se libera. Algunos de estos centros, que reciben el nombre de quasars, se encuentran a más diez mil millones de años luz.


Todas las galaxias se alejan unas de otras en una inmensa expansión universal que comenzó hace quince mil millones de años, cuando toda la materia del Universo se encontraba en una pequeña esfera cuya extraordinaria explosión dio origen a las galaxias.


Es posible que el Universo siga dilatándose eternamente, o quizá llegue el día en que la expansión disminuya y se invierta, convirtiéndose en una contracción, hasta volver a formar la pequeña esfera y comenzar de nuevo el juego desde el principio. De esta forma, el Universo se estaría expandiendo y contrayendo en ciclos cuya duración alcanzaría quizá varios billones de años.


Todo este panorama, que se encuentra más allá del alcance de la imaginación humana, es posible gracias al trabajo de centenares de "datos" astronómicos. Todo ello, absolutamente todo, fue descubierto después de la muerte de Whitman, sucedida en 1892, y la mayoría en los últimos veinticinco años, de modo que el pobre poeta no comprendió nunca cuán limitada e insignificante era la belleza que admiraba cuando "en absoluto silencio, levantaba la vista hacia las estrellas".


Tampoco nosotros podemos comprender o imaginar ahora la belleza ilimitada que se nos revelará en el futuro gracias a la ciencia.



Agradezco la revelación a LuzMar, visitante del blog de Antonio Muñoz Molina, que me pone enlace a
http://universocuantico.wordpress.com/2012/01/31/isaac-asimov-sobre-la-ciencia-y-la-belleza/

miércoles, 4 de abril de 2012

Fouché, el genio tenebroso

Recomendable librito de Stefan Zweig acerca del versátil político José Fouché.

José Fouché
Zweig narra, aventura hipótesis sobre el personaje, filosofa. Veamos algunas perlas, tomadas literalmente:


Pero José Fouché sigue siendo el frío calculador de siempre, el realista impasible, tras estos fingidos apasionamientos...

Todos los que más tarde han de aparecer como bestias sangrientas, como asesinos frenéticos, ebrios con el olor de los cadáveres, todos detestan en su interior (lo mismo que Lenin y los jefes de la revolución rusa) las ejecuciones. Empiezan por tener a raya a sus adversarios políticos con la amenaza de muerte; pero la simiente del dragón del crimen surge violenta del consentimiento teórico del crimen mismo. No pecó por embriaguez de sangre la revolución francesa, sino por haberse embriagado con palabras sangrientas. Para entusiasmar al pueblo y para justificar el propio radicalismo, se cometió la torpeza de crear un lenguaje cruento; se dió en la manía de hablar constantemente de traidores y de patíbulos. Y después, cuando el pueblo, embriagado, borracho, poseído de estas palabras brutales y excitantes, pide efectivamente las «medidas enérgicas» anunciadas como necesarias, entonces falta a los caudillos el valor de resistir: tienen que guillotinar para no desmentir sus frases de constante alusión a la guillotina. Los hechos han de seguir fatalmente a las palabras frenéticas.


Pero también en el terreno bajo y más firme de la política, una ausencia temporal da al hombre de Estado nueva lozanía en la mirada y mayor intensidad para pensar y calcular el juego de las fuerzas políticas. Nada más propicio para una carrera que su interrupción temporal, pues el que ve el mundo siempre desde arriba, desde la nube imperial, desde la altura de la torre de marfil del Poder, no conoce otra cosa que la sonrisa de los subordinados y su peligrosa complacencia; el que siempre sostiene en las manos la medida, olvida su verdadero valor. Nada debilita tanto al artista, al general, al hombre de Poder, como el éxito permanente a voluntad y deseo. En el fracaso es donde conoce el artista su verdadera relación con la obra: en la derrota, el general, sus faltas, y en la pérdida del favor, el hombre de Estado, la verdadera perspectiva política. La riqueza permanente debilita; el aplauso constante hace insensible; únicamente la interrupción procura al vario ritmo de la vida nueva tensión y elasticidad creadora, únicamente la desgraciada mirada profunda y extensa para la realidad del mundo. Enseñanza dura, pero enseñanza y aprendizaje es todo destierro: al débil le amasa de nuevo la voluntad, al indeciso le hace enérgico; al duro, mas duro aún. Nunca es el destierro para el verdadero fuerte una mengua: es siempre un tónico de su fuerza.

Las personalidades superiores se identifican al vuelo. Enseguida reconoce Fouché, en la inaudita dinámica de este hombre de Poder, el genio invencible del dominio; enseguida reconoce Bonaparte en Fouché, con su mirada aguda de fiera, el ayudante utilísimo que con rapidez comprende todo y lo convierte enérgicamente en hechos.

«Fue peor que un crimen: fue una equivocación». (Fusilamiento del Duque de Enghien).

Con la misma repugnancia vuelve a tomar Napoleón a su servicio a Fouché. Hace diez años que conoce a este carácter de reptil y sabe que no sirve a nadie en el fondo y que sólo se deja arrastrar por su pasión del juego político.

...pudo decir de él, quien más a fondo le conocía, Napoleón, en Sana Elena, con palabra profunda: «¡Sólo un traidor verdadero, perfecto, he conocido: Fouché!»

«No he sido yo quien ha traicionado a Napoleón, ha sido Waterloo».

El Emperador no puede dominarse. «Es usted un traidor, Fouché -grita-; debía mandarle al patíbulo.»
«No soy de esa opinión, Majestad», contesta impávido el ministro con la mayor sangre fría.

UNA TRAYECTORIA
Nace en 1754, familia marinera, zona de Nantes.
Seminarista, religioso, profesor de latín, matemáticas y física.
Apoyó la Revolución de 1789 y entró como moderado en la Asamblea Nacional.
Se pasa a los radicales jacobinos al votar la ejecución del Rey Luis XVI.
Entre los jacobinos se convirtió en uno de los más radicales, defendiendo posiciones comunistas y contrarias a toda religión.
Enviado a Lyon por el Comité de Salud Pública (1793), se gana el apelativo de “ametrallador de Lyon”, por su manera eficiente de ejecutar burgueses a cañonazos de metralla, convenientemente unidos en paquetes compactos de 50, 100, 200 hombres.
Desde la sombra se enfrenta a Robespierre, que finalmente es guillotinado tras el golpe de estado de Thermidor (1794).
En la etapa del Directorio Fouché tiene que esconderse, proscrito por sus actividades durante el Terror, y vivir miserablemente durante tres años. Barras le encarga pequeños trabajos de espionaje.
En 1799 es nombrado Ministro de Policía con el apoyo de Barras.
Caerá Barras y Fouché sigue siendo Ministro de Policía bajo Napoleón (1799-1802)
Apartado del poder por Napoleón, dedicado a especulaciones financieras, millonario (1802-1804)
Vuelve a ser Ministro con Napoleón emperador (1804-1811)
Apartado nuevamente del poder por Napoleón (1811-1814)
Vuelta de Napoleón (Cien Días), y de nuevo Ministro de Policía (1814)
Derrota de Waterloo (1815) y restauración de la Monarquía en Luis XVIII, hermano del ejecutado Luis XVI. Pacta con Luis XVIII su nombramiento como Ministro.
Finalmente es apartado definitivamente de todo cargo público en 1816
Residió en Austria hasta su muerte en 1820