domingo, 24 de febrero de 2013

Maratón

Sísifo en el Averno



No voy a hablar de la famosa batalla, ni del héroe Fidípides el de los pies fríos, sino de la maratón convocada hoy en la ciudad en la que vivo, llamémosla Spain.

Fui de Padre Buen Rollito al otro extremo de la ciudad a acercar con el coche a mis hijas a una reunión en el Parque. Por el camino ya vimos señales admonitorias: grupos de policías municipales por éste y por aquél cruce. La vuelta ciclista, dije; no, la maratón, dijeron mis niñas a coro; y en seguida nos cruzamos con dos paralímpicos, corriendo como dos galgos, en sus carritos. Así que cuando las dejé en el parque volví por otro camino, dando un rodeo.

Pronto me encontré con que un grupo de municipales me desviaba de mi ruta, y que al tratar de recomponerla, me encontraba con otro grupo de agentes que me desviaba de nuevo. Así me vi, a la búsqueda de la salida, como otros cientos, o miles de automovilistas. Cada uno con la esperanza de encontrar la salida por una calle poco transitada, o por la más transitada, era igual, siempre se acababa frente a alguna avenida cortada. Afanoso tomé alternativas para alejarme lo más posible y rodear, pero lo mismo, una y otra vez me encontraba con alguno de los límites prohibidos. Los automovilistas preguntaban a los agentes, y ya desanimado le pregunté a uno: le voy a preguntar lo que todos, cómo se sale. Me dijo que todo recto hacia el río, y luego a la derecha, y eso hice, y vi que la única opción era abandonar la ciudad, si descartaba volver al laberinto. Vale, tomaré la circunvalación y entraré por el otro extremo.

Qué cuco, todo fue de perlas y sin tráfico hasta llegar a 300 m de mi casa, bloqueda por la línea prohibida. Cómo puedo llegar ahí enfrente, a mi casa, en la calle Libertad, le pregunté al agente; no, el paso está cortado, no se puede. ¿Y si me paro y me espero, tardará mucho? Mucho ¿Mucho? Mucho ¿Y no podría llegar por algún sitio a la circunvalación SP 30 y luego entrar por la Avenida de las Mananas? No, porque la carrera viene por la Avenida de Sísifo. ¿Y si voy para atrás hacia la Avenida del Deporte Obligatorio? Ah, sí, esa está libre, y luego ya puede llegar a la SP 30 y a la Avenida de las Mananas. Y hacia allí fui, como explorador de éxito, sin problemas. Sin problemas hasta que llegué al punto en que la Avenida de las Mananas se prolonga en la calle Libertad, mi calle. Allí estaba de nuevo cortada la línea de la carrera. Cómo podía estar todo cortado en un frente laberíntico de decenas de kilómetros es un misterio.

Ya desanimado me uní a otros automovilistas desanimados que habían parado motores a la espera de que alguna vez terminara la batalla. Otros sin embargo se mantenían activos en su afán exploratorio, y daban la vuelta en airosas piruetas. Estaba oyendo la canción de la Flaca, no me claves tus puñales tan profundo, no me duelen, no me hacen mal. Pero un agente de la autoridad interpretó seguramente la actitud pasiva de los desanimados como una rebeldía contra los principios circulatorios, así que nos conminó a encender motores y circular al buen tuntún, supuse que so pena de calabozo. Así que rezongando fui a buscar otro lugar en el que detenerme, y allí estaba a otros laberínticos 200 m. Seguían las piruetas de los exploradores esperanzados, pero ya una gran masa se mantenía a la espera, con motores parados, como ovejas resignadas, con caras retorcidas de insana resignación. Varios agentes se sintieron seguramente intimidados por la masa de pasivos desanimados, o estaban aburridos ya del espectáculo tan monótono, de modo que fueron espiando huecos entre los guerreros de Maratón; cuando veían uno avisaban al auriga de cabeza, detrás del azul, y por entre los maratonistas atravesaban los raudos carros, ávidos de movimiento, sin estorbar a los belicosos corredores. Así por fin llegué a casa.

Lectura recomendada: En el cilindro. Samuel Beckett 
PS.- 27/02/13.  No, la lectura recomendada es El Despoblador. Un cilindro hueco en el que los pobladores buscan una salida, sin éxito. Supongo que la salida sería la vía de despoblación. Copio un fragmento:

Vistos desde un cierto ángulo estos cuerpos son de cuatro tipos. Primero los que circulan sin parar. Segundo los que se paran alguna vez. Tercero aquellos que a menos de ser expulsados jamás abandonan el lugar que conquistaron y expulsados se arrojan sobre el primer lugar libre para inmovilizarse de nuevo. Esto no es del todo exacto. Ya que si en estos últimos o sedentarios el deseo de trepar ha muerto no por eso deja de estar sujeto a extrañas resurrecciones.
    

martes, 19 de febrero de 2013

Após bebedeira

Ai, a risada fácil, desinibição, idas seguidas no banheiro... Isso são sinais de embriaguez.
Após bebedeira, os sujeitos do estudo descansaríam por sete horas antes de testar os remedios.
Veja:
Jornalistas da folha testam metodos antirressaca

Por cierto, el experimento se titula "missão manguaça". La manguaça se toma también en Huelva, aunque allí se llama manguaza, o algo así. Su nombre procede del inglés "man water", agua de hombre, y en Huelva se conserva de cuando estuvieron por allí los ingleses explotando minas, por Rio Tinto, y veraneando, por Punta Umbría. Realmente es aguardiente. Si en Portugal se conservara la expresión "manguaça" tendríamos una manguaza de orujo al Oeste, otra anisada al Este.

El experimento me recuerda la celebración el viernes en el Adolfo XII, con tantos cánticos, y risas, y exaltación de la amistad, etc.

Tomemos nota del tratamiento mejor puntuado, el agua de coco. Vaya, aquí no lo tenemos. El benadón es un tratamiento controvertido, ¿eh?