miércoles, 31 de agosto de 2011

El cuervo Vicente veranea en Canduas

El cuervo Vicente veranea en Canduas, Cabana de Bergantiños. Se alimenta de cosas del mar y la tierra, y lanza sus gritos de triunfo, ¡cruá!, entre milhos y areais. Allí lo he visto, especialmente en el lusco fusco de la mañana y anochecer, removiendo las algas que deja la bajamar, cantando su sonora canción:
¡cruá!
¡cruá!
¡cruá!
No sé si volverá pronto.

lunes, 15 de agosto de 2011

El Fin, Samuel Beckett

En "El Fin" el protagonista es desalojado de una casa de beneficencia, a su pesar, y se busca la vida. Hay una descripción de cómo optimiza la recepción de limosnas que me parece estupenda, y aquí la traigo:
tender la mano, ni pensarlo. Me procuré pues una lata de hierro blanco y la sujeté a un botón de mi abrigo, pero qué me pasa, de mi chaqueta, al nivel del pubis. No se mantenía derecha, se inclinaba respetuosamente hacia el transeúnte, no había más que dejar caer la moneda. Pero esto le obligaba a aproximarse mucho, se arriesgaba a tocarme. Acabé procurándome una lata más grande, una especie de gran lata, y la coloqué sobre la acera, a mis pies. Pero las gentes que dan una limosna no les agrada tirarla, ese gesto tiene algo de desprecio que repugna a los sensibles. Sin contar con que deben apuntar. Quieren dar, pero no les gusta que la moneda se escape dando vueltas bajo los pies de los transeúntes, o bajo las ruedas de los vehículos, donde cualquiera puede cogerla. En resumen: no dan. Los hay evidentemente que se agachan, pero en general a la gente que da una limosna no le agrada que ello le obligue a agacharse. Lo que realmente prefieren es ver al mendigo de lejos, preparar el penique, soltarlo en plena marcha y oír el Dios se lo pague debilitado por el alejamiento. Yo no decía eso, yo no he sido nunca muy creyente, ni nada que se le parezca, pero lanzaba de todos modos un ruido, con la boca. Acabé procurándome una especie de tablilla que me sujetaba con cordel al cuello y a la cintura. Sobresalía precisamente a la altura justa, la del bolsillo, y su borde estaba lo suficientemente apartado de mi persona para poder depositar el óbolo sin peligro.

Esta vez os voy a pisar el fin del relato, porque no he ejercitado casi mi maldad en los últimos tiempos, así que ahí va, al final, el hombre flotando en un bote a la deriva, el bote varado en el que dormía y descansaba, el agua entrando por un agujero, calcula que en media hora se irá a pique, y piensa que el relato que estaba intentando componer era una imagen de su vida, sin fuerzas para continuar ni valor para acabar.

domingo, 14 de agosto de 2011

PREJUICIOS

Vade retro: prejuicios.
Tenemos que hablar un día de prejuicios, cuando el calor no nos ofusque. Todos llenos de prejuicios, bueno y qué. ¿Estamos dispuestos a mirar la realidad, continuamente, continuamente dispuestos a contrastar nuestros prejuicios con ella?
Vivan los prejuicios móviles.
Pero fíjate en eso: quién mira la realidad y quién se la sabe del libro, pase lo que pase.
Los hay de todos los sabores.
Ahora sí me voy a Canduas, Cabana de Bergantiños, La Coruña, a que me de el fresco fresco.
Pulpos, percebes, el mexillón pío pío, nécoras navalheiras, carangueixos e bois, bruño centollo.
Espero que el mundo no se acabe estos días, ¿eh?

lunes, 1 de agosto de 2011

La iglesia de San Martín del Castañar

San Martín del Castañar, en la Sierra de Francia, próximo a La Alberca y a Las Batuecas, es un pequeño pueblo en el que no falta su iglesia, llena de fresca penumbra divina. Al entrar, este sábado pasado, me abordó en seguida un señor que allí estaba establecido, atento al turista entrante. Allí me hizo de guía informando que el coro antes era mayor, porque había más mozos, pero que estaba mejor así para ver el artesonado del techo; el enlucido de las paredes, me dijo mientras me agarraba y golpeaba el brazo alternativamente, se retiró para que se viera la piedra, que ahora era piedra vista y no enlucida, qué hermosura. Le pregunté que cuándo, más o menos, estaba edificada la iglesia: "pues yo fui de aquí hace sesenta años pa Bilbao y ya estaba".

Sabíamos que el callejero de Bilbao es un mapa mundi, que los bilbaínos nacen donde quieren y no solo en Bilbao; ahora sabemos que Bilbao marca una cronología para los que por allí pasan: antes de pa Bilbao (a.p.B.) y después de pa Bilbao (d.p.B.).