sábado, 11 de febrero de 2012

Un par de consejos del Conde Mosca

Estamos en La Cartuja de Parma, de Sthendal. La duquesa Sanseverina, antes condesa Pietranera, transmite a su sobrino Fabricio del Dongo un par de consejos que le da para él su amante, el Conde Mosca, hombre de mundo.
Pongámonos en situación. Fabricio es un joven noble, tiene virtudes, su formación se limita a equitación y eso que se llamaba vida mundana, moverse por los salones, vamos. El Conde Mosca ha preparado un plan para él: hacerlo obispo, luego arzobispo de Parma si dura mi influjo. No un sacerdote ejemplar, ante todo un gran señor. Primero tiene que pasar tres años en Nápoles, estudiando teología, y a ese periodo van destinados los consejos.

Primer consejo. Puedes creer o no creer lo que te enseñen, pero no opongas jamás objeción alguna. Figúrate que te enseñan las reglas del juego de whist, ¿opondrías objeciones a las reglas del whist?

Segundo consejo. Si se te ocurre una razón brillante, una réplica victoriosa que pueda cambiar el curso de la conversación, no cedas a la tentación de lucirte; guarda silencio; las personas agudas ya descubrirán tu talento en tus ojos. Ya tendrás tiempo de mostrarte ingenioso cuando seas obispo.

Qué cosas, ¿eh?

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