martes, 7 de febrero de 2012

Pericles preso

... desde el año 1624, en que los españoles se apoderaron del Milanesado, y ello a manera de amos taciturnos, suspicaces, orgullosos y temerosos siempre de la rebelión ...
Esto es de La Cartuja de Parma, de Sthendal. Se refiere al año 1796, siendo rey de España Carlos IV, El Cazador, y ministro universal Manuel Godoy, también acreditado ante la reina María Luisa de Parma. Esa imagen de la que habla Sthendal se había forjado en 300 años, desde los Reyes Católicos, pasando por los dos Carlos y tres Felipes Habsburgo, y los Borbones Felipe V, Fernando VI y Carlos III.

Una España en la que las necesidades económicas de la monarquía para sostener el esfuerzo bélico europeo son infinitas; continuamente se inventan nuevas modalidades de exacción a la población, vendiendo el Estado la autorización para ejercerla a quienes adelanten una fracción de los fondos, algo así como venta de un derecho a percibir rentas futuras, siempre a costa de una débil actividad económica que frecuentemente no cubre ni la subsistencia. Los moriscos y los judíos, sectores de población dedicados a actividades agrícolas, artesanales, de comercio y de servicios han sido expulsados envueltos en una ola de suspicacia y de animadversión. Sus actividades quedan consideradas indignas. La Inquisición está vigilante durante ese periodo, y sólo decae en la segunda mitad del XVIII. Cada año se había esperado la plata americana como en la India el Monzón, lluvia de plata que fue casi siempre fiel al calendario hasta 1776. Se puede imaginar el terriblemente perverso efecto de esa plata sobre la economía nacional: no existió.

Esos son nuestros cimientos.

Se contrapone esa triste y estéril imagen de una sociedad que se ahoga a sí misma con la que da Pericles en su discurso fúnebre de la Atenas inventora de la democracia, 2200 años antes de que hablara Sthendal:

Nuestra administración favorece a la mayoría y no a la minoría: es por eso por lo que la llamamos democracia. Nuestras leyes ofrecen una justicia equitativa a todos los hombres por igual ...
La libertad de que gozamos abarca también la vida corriente; no recelamos los unos de los otros, y no nos entrometemos en los actos de nuestro vecino, dejándolo que siga su propia senda ...

Viva Pericles

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