domingo, 26 de febrero de 2012

La comadreja y el gallo-cronopio

A Esopo se le sitúa en el siglo I a.C., recogiendo una tradición fabulística de la que hay antecedente en el s. VIII a.C., en la Teogonía de Hesíodo.
Sus fábulas pueden dar una impresión análoga a la de los chistes explicados (para catalanes), a veces incluso puede sorprendernos la explicación, quizá porque las lecturas no siempre convergen en una interpretación cerrada. Pero vamos al lío, hoy, ante ustedes, LA FÁBULA DE LA COMADREJA Y EL GALLO.
Algo hay que decir de las comadrejas:
http://es.wikipedia.org/wiki/Mustela_nivalis

La comadreja ocupaba el lugar del gato doméstico en los hogares, sólo que es un animal mucho menos doméstico. Creo haber leído que en Europa la comadreja doméstica fue sustituida por el gato ya en la Edad Media. En todo caso, en la Grecia de Esopo la comadreja era un animal doméstico, el gato aún andaba divinizado por tierras egipcias. Venga ya:

Una comadreja, que había atrapado un gallo, quería devorarlo con un buen pretexto.
Le acusó de molestar a los hombres con sus cantos nocturnos, pero el gallo se defendió alegando que como despertador era beneficioso para el hombre.
Pero te has convertido en un ultraje para la naturaleza por pisar a tus hermanas y a tu madre. Pero esto, dijo el gallo, va en beneficio de mis amos, porque así las gallinas ponen muchos huevos.
Listillo, le dijo la comadreja, ¿es que crees que no te voy a comer?

¿Y el cronopio?
¿No está Cortázar por aquí? Bueno, hablaré de memoria. En las Historias de cronopios y de famas, de Cortázar, hay una en la que un enorme buitre o cóndor se lanza contra un cronopio que avanza por una senda. El cronopio queda contra la pared rocosa frente al buitre, que le conmina: dime que no soy el ser más guapo y hermoso que hayas visto, a lo que el cronopio le da la razón y se la acrecienta; el buitre, con halitosis carroñera, le pregunta entonces si no encuentra agradable su olor, a lo que el cronopio responde que su aroma es superior al de un litro entero de Chanel nº 5. El buitre, contrariado, dice para sí y la posteridad, ¡diablos de cronopio!, no va a dejar un hueco donde arrearle un picotazo.

Las historias no son iguales, probablemente Cortázar creía en la bondad del buitre, pariente lejano del dinosaurio bondadoso de la película El árbol de la vida.



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