domingo, 15 de enero de 2012

Confundir valor y precio

Dejó dicho Don Antonio Machado, Es cosa de necios confundir valor y precio. Luego se fue, rimbombantes aún los ecos de su sentencia.
(Vaya por delante que admiro la capacidad lírica de Don Antonio. Los juegos florales que hago a continuación sólo cuestionan su visión valorativa.)

El precio, eso que se paga para comprar, que se recibe por vender, ¡en el mercado! El mercado, ¡puaf!, ten lleno de moscas sobre mi calva gentil. Tan poco refinado. La gente compra y vende y se encuentra a un precio. La gente, ¡esa chusma! Puaf de nuevo.
Ya el precio es cosa de necios, piensa Don Antonio: un día las naranjas están a 2 y otro día a 0,3, ¡pero si las naranjas son las mismas! Y la injusticia, piensa, las naranjas en Valencia tienen un precio muy inferior al que tienen en Holanda, ¡especulación! Diablos de comerciantes, que las llevan a Holanda para ganar dineros.
El precio es un signo cambiante e inconstante, y como las cosas cambiantes e inconstantes, no merece ser tomado en serio.
Pero los valores son otra cosa. Don Antonio ensayó primero una frase rimbombante y sentenciosa: El precio es cosa de necios, pero el valooor... ¡Eso sí!
Pero no quedaba muy rotundo, así que siguió pensando, pensando...
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
El mercado. En un cartel
se ven los precios: ortiguillas,
doncella, faneca, jurel,
qué caras las pescadillas...
Luego rehízo parte de estos versos y metió a Caín y Abel, inconscientemente, por los precios y el valor, la forma perversa frente al fondo redondo e inmutable.
Las cosas tienen una esencia, unas cualidades intrínsecas, inmutables. El valor, los valores, que son eternos, residen en el fondo de las cosas. No se llevaba entonces la palabra sostenible, pero Don Antonio la intuyó: valores eternos, imposible más sostenibilidad. ¿Cómo vamos a aceptar que el capricho de los hombres  decida qué es valioso y qué no lo es?
Una zanja larga y fría
costó hacerla diez jornales
Pero quién ha hecho ahí esa zanja, hay que taparla, han caído ya dentro tres ancianitas y un operario. Siete jornales costará taparla, con la tierra bien compactada. ¿Cuál era el valor de la zanja? Zanjemos este asunto.

Valores eternos, imponderables.
Los precios, cosa de números: anda por ahí el escurridizo Mercurio, el de los pies alados, protector del comercio.

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