martes, 29 de marzo de 2011

El oro de las hormigas

Eh, Zópilos, qué haces; quién era ese guiri serio y estirado con el que secreteabas ayer, ¡seguro que le contaste un buen rollo!
Zópilos se ríe pataleando, tal como está sentado en el umbral de su casa, ojú Ojeres, dice, que me meo de acordarme, era un turista que andaba preguntando sobre esto y lo otro, y me dice, preguntando, que qué sobre la leyenda esa de las hormigas del oro, así que, me dije, le voy a hacer una remake que se va a cagar. Y me puse, un poco con el cuento que nos contaban de las hormigas, eso de las expediciones que se hacían al desierto lejos que está lejos al Norte, donde viven las marmotas esas que hacen madrigueras en el suelo y la gente llama hormigas, pero, pensé, el cuento se lo arreglo que ni yo lo reconozca, no nos vayan a mandar los guiris expediciones a rebuscar; así que le dije que para ir a coger el oro de las arenas que sacaban las hormigas de sus madrigueras, hormigas grandes como perros, iba la gente una vez al año, pero como las hormigas son muy avariciosas y no quieren dejarse quitar su oro, persiguen a los que van allí, y como los cojan, y corren mucho, se los meriendan en un momento.
Cuando me viste le estaba contando, muy en secreto, que lo que se hace es que cada hombre lleva dos camellos y los sacos; y aprovechando la hora de calor que las hormigas duermen dentro de sus madrigueras, los hombres se acercan en silencio, cargan la arena de oro en los sacos y en seguida huyen, pero las hormigas, que tienen los sentidos finos finos, salen a montones a perseguir a los ladrones, y los alcanzarían, aún subidos a los camellos, pero entonces, el que va a ser alcanzado suelta un camello, que a ese lo atrapan y lo devoran las hormigas en nada, pero mientras el hombre huye con el oro en un camello que realmente es una camella parida, que su camellito se quedó en casa y por eso la camella va que se las pela y ya no la alcanzan las hormigas, que también aunque son avariciosas llevan la barriga llena con todo el calor.

- ¿Qué te ha parecido?
- Tú estás chalao, cómo va a tragarse eso, ¿quién era ese?, ¿un alelao? Ese va a estar contando por ahí lo embusteros que somos los de aquí, ¡qué rollo!
- Pues no, que era un tío importante, y para mí que se lo ha creído, porque seguía embobado preguntando..., se llamaba, a ver, Heródoto, me dijo.

NOTA.- La historia de las hormigas está tomada de Expediciones de los indios para conseguir oro, Heródoto. Historia, III, 102-105. ¡Se lo tragó entero!

Hormigas granatíferas de Oriente

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