jueves, 24 de marzo de 2011

El mal de Portnoy

Qué os cuento de El mal de Portnoy, de Philip Roth.

Roth es un escritor estadounidense señalado por la fama; si se pusiera las medallas en la pechera parecería un general condecorado en mil batallas. Yo no lo conocía, la verdad, me lo presentó el otro día Ángeles en una librería de la Alameda, aquí Álvaro, aquí un fenómeno. Ángeles sabe de literatura y también de Holeholes y Otentotes, preguntadle.

Portnoy, el del mal, personaje de la historia, es un judío criado en un barrio judío de Nueva Jersey. En un a modo de introducción al libro aparece una presunta reseña sobre el “mal de Portnoy”, tomada presuntamente de Spielvogel, O., “El pene confuso”, Internationale zeitschrift für Psychoanalyse, vol. XXIV, p. 909, presunta enciclopedia que debe ser hermana de la Omnium Tertium de Borges y vivir en la misma casa (veréis luego ironías en los propios números). En definitiva se trataría de un síndrome por el cual una irreprimida sexualidad desbordante encuentra como contraparte complejos sentimientos, sobre todo, de temor al castigo.

Portnoy se pasa todo el libro contándole su historia al Dr. Spielvogel, pero no es verdad que en todas las páginas se hable de la práctica de alguna actividad sexual, creo que se puede encontrar alguna en la que sólo se hable de culpabilizadora educación judía.

La lectura es amena, con ese lenguaje directo y sencillo que se cultiva en EEUU no sólo en literatura, ¡también en asuntos científicos y técnicos! Es que estos bárbaros se creen que los libros y escritos son para que la gente los entienda y no para demostrar lo mucho que sabe el autor y lo difícil que es entenderle.

Un diálogo, por ejemplo:
-Ah, ¿soy maravillosa?
-¡Sí!
-¿Lo soy?
-¡Sí, sí, sí!¿Puedo metértela ya de una vez?
-¡Ay, amor mío, cariño mío! -gritó la Mona-. ¡Elige agujero!¡El que quieras!¡Soy toda tuya!

Así es.

Varias veces dice Portnoy que su cociente intelectual es de 158, y lo ejercita en un humor ácido, irónico y autodespreciativo (no busques esta palabra en el diccionario, no está: se define en la página 69 de la citada enciclopedia, en el artículo Edipo y la sonrisa etrusca). Y debe haber algo que suene a genuinamente judío, o judío de gueto, como le dice Naomi, israelita sionista-socialista de pro, en esta combinación de sexo e ironía autodespreciativa que nos suena de Woody Allen, ¿verdad? Pero este libro de Roth es de 1969, y sólo la primera película de Allen, “Toma el dinero y corre” es anterior, de 1968, todas las demás son posteriores.

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