domingo, 3 de abril de 2011

Roald Dahl

Nuestro corresponsal entrevista a Alfred Hitchcock, preso en mazmorra en ese momento.

A Roald Dahl no se le puede invitar a la Tertulia Estacionaria porque varias barreras lo separan de nuestro nivelazo, pero hoy la principal barrera es la que separa a los vivos de los muertos, ya que el hombre murió en 1990. Pero su obra no murió, está escrita y podemos leerla con mucho gusto.

Tomo de la Wikipedia algunos datos señalados.

Nació en 1916 en Gales, de padres noruegos.

Tuvo una vida movida, que incluye trabajar en Tanzania para una petrolera, donde tuvo que pelear con hormigas y leones (Heródoto no llegó allí), y volar para la RAF cuando la Segunda Guerra Mundial, tarea en la que sobrevivir era raro.

Comenzó a escribir en 1942, y fue un tipo de gran éxito, con historias para el cine y la tele, cuentos infantiles, cuentos para mayores, etc.

Escribió “Los Gremlins” para Walt Disney, “Charlie y la fábrica de chocolate”, “Matilda”, “Cuentos en verso para niños perversos”.

Alfred Hitchcock tomó muchos de sus relatos, en particular de “Relatos de lo inesperado” para su serie “Alfred Hitchcock presenta”, que en mi opinión es una gran conjunción de escritor y cineasta: me hace babear.

De “Relatos de lo inesperado” os contaré algo próximamente, cuando lo relea. Pero está agotado, hay que buscarlo de segunda mano, salvo que Nevermore nos asista.

El filósofo Isaiah Berlin, que le conoció personalmente, dijo de él, con motivo de cierta polémica en la que tomó una posición antisionista: “No hay ni una sola línea consistente. Era un hombre que se guiaba por caprichos, lo que quiere decir que arremetería en cualquier dirección, por decirlo de alguna manera”.


No le pidamos, entonces, una línea filosófica consistente, sólo literatura.

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