viernes, 29 de abril de 2011

El Vicente de Miguel Torga


Borges, Beckett, Chesterton, Roald Dahl, lista abierta. Relatos cortos: parafraseando (lejos quizá) a Borges, habría que dar el chiste por contado para quedarse con las dos palabras que concretan la  risa. Los relatos cortos de Beckett nos muestran artilugios mecánicos en expresión simple, ideas vagabundas vagando por la campiña. De los relatos cortos de Borges podríamos hacer una lista para señalarlos uno a uno coreando satisfacción. Chesterton, tan desigual, Roald Dahl con lo inesperado,...

Pero Miguel Torga, portugués, iberista, trasmontano, ese tiene una cualidad de proximidad a nosotros, a nuestra historia, que vale la pena. Tiene relatos cortos muy recomendables en “Contos da montanha”, “Novos contos da montanha” y “Bichos”. Aliento a leerlos en portugués, que leído no es difícil.

De ejemplo una perla de “Bichos”: “Vicente”. En Portugal llaman vicentes a los cuervos (¡incluso cuervo parlanchín!), asociados a São Vicente de Fora, el hispánico San Vicente Ferrer: dice la leyenda que san Vicente llegó a Lisboa, ya cadáver incorrupto, en una barca custodiada por sendos cuervos.

El Vicente de “Bichos” iba en la selección del Arca de Noé, “calado y carrancudo”, preguntándose qué hacían los animales mezclados en la confusa cuestión de Babel, qué tenían que ver los bichos con las fornicaciones de los hombres que el Creador quería castigar. No pudo más y se fue del Arca, convertido en símbolo de protesta y rebelión. Cuando Dios descubrió la fuga tuvo un relámpago de duda, pero su voz “ribombou pelo céu imenso, numa severidade tonitruante: Noé, onde está o meu servo Vicente?”

Todos los animales se preguntan en silencio qué hará Dios con Vicente, a la vez que el Arca deriva durante horas, como guiada por piloto oculto. El lince divisa tierra, ¡tierra!, todos vislumbran un estéril islote, al acercarse ven la silueta de Vicente, ¡llegó!, un sentimiento de simpatía recorre el Arca. Pero “rotas as fontes do grande abismo e abertas as cataratas do céu”, el islote se iba reduciendo a un pequeño peñasco con el cuervo posado arriba, poco a poco perdiendo más y más terreno, en momentos a punto de soltarse del firme agarre de sus uñas, mientras los demás animales y Noé presenciaban el duelo entre Vicente y Dios. Ya tengo que acabar con las palabras de Torga:

“Mas em breve se tornou evidente que o Senhor ia ceder. Que nada podia contra aquela vontade inabalável de ser livre. Que, para salvar a sua própria obra, fechava, melancolicamente, as comportas do céu”.

En ese momento, a sus seiscientos años, Noé comprendió que Vicente era el símbolo de La Tasca, no es que nosotros lo hayamos descubierto.


PS 01/10/2012.- ¡Error! San Vicente de Fora no es San Vicente Ferrer, es un San Vicente más antiguo, de tiempos de Diocleciano, San Vicente Mártir o San Vicente de Zaragoza. Queda dicho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario