Es éste el título de una de las, a
ver que las cuente, 79 crónicas del Quarto livro de crónicas, de
António Lobo Antunes. Ya hablé de El Gran Borges; ahora,
especialmente dedicado a los que tienen curiosidad o veleidades por
el oficio de escribir, entresacaremos esta crónica del pobre
escritor que comienza un nuevo libro.
Empieza anunciando la fecha de inicio
del libro: 25 de febrero. Le da miedo ponerse a la tarea, no sabe
cómo le irá, así que se pone una fecha, no cercana, se entiende.
Tiene que dar tiempo a estar mentalizado, incluso a definir unos
esbozos previos que luego, seguramente, desechará.
De experiencias anteriores sabe que el
principio es lo peor, No es esto, no es esto.
Durante dos o tres meses es así,
tentativa y desistimiento, tentativa y desistimiento, tentativa y
desistimiento, continuando a la espera de que las frases se
tornen ciertas.
Luego el libro va
ganando alma y una solidez propias, no del escritor, pobre; entonces
el libro ya empieza a avanzar a toda marcha. Se toma un año o año y
medio para la primera versión, luego meses de correcciones; una gran
parte de todo, innecesaria, irá a la basura.
Este (pobre)
escritor da a la escritura un sentido de misión, de acto sagrado;
hay años que pido esto a Dios: no me lleves con el papel
incompleto, cargado de faltas, imperfecciones, burradas.
El escritor es un
escarabajo empujando su bola. Y un día muere y lo meten en un
agujero, encerrado en una caja. Quedarán unos ladrillos de palabras
que abrigarán la llama efímera de su nombre.
Lo de la fecha me recuerda a cuando dejé de fumar, el 3 de agosto de 2003. Pero aquello no fue difícil.
P.S. 16/09/12.- Vaya, ¿y no es posible que cuando todo va tan bien ya no se sepa cómo seguir?
Historias deshinchadas, diluidas, rematadas a puñados. He visto por ahí.
Historias deshinchadas, diluidas, rematadas a puñados. He visto por ahí.
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