sábado, 24 de marzo de 2012

Precios mínimos, salarios mínimos

Paul Krugman (premio Nobel economía 2008) goza de los respetos del diario El País como economista progresista – liberal de izquierdas. Así que Nihil Obstat.


Hoy os va a hablar de precios mínimos y salarios mínimos. (Macroeconomía. Krugman y Wells. Ed Reverté 2007)

Vamos a usar un ejemplo de un mercado competitivo de mantequilla. En este ejemplo se han trazado las funciones de oferta S y demanda D. Con precios libres, la oferta y la demanda se encuentran en el precio de equilibrio E (= 1 €/kg), al que se demanda la cantidad de 10 millones de kilos.


Ahora vamos a suponer que el Gobierno fija un precio mínimo, para ayudar a los ganaderos, de 1,2 €/kg. A ese precio la oferta es de 12 millones de kilos, pero los consumidores sólo están dispuestos a comprar 9 millones, así que se crea un excedente de 3 millones de kilos.


Siempre que el precio mínimo sea superior al de equilibrio se creará un excedente.


Las consecuencias indeseadas son:

  • Un excedente persistente
  • Ineficiencia en la asignación de las ventas, recursos desaprovechados, calidad ineficientemente alta
  • Actividad ilegal
Precio mínimo singular: salario mínimo
Dice Krugman que mientras en EEUU el salario mínimo no tiene actividad real, por estar señalado muy por debajo del salario medio de los trabajadores no cualificados, en el Sur de Europa la situación es distinta. El salario mínimo en EEUU vacía el mercado laboral. Tomando el salario real, es decir, el salario propiamente dicho y las cotizaciones sociales, los mínimos europeos -siempre según Krugman- son muy superiores a los americanos, a pesar de que los trabajadores europeos son algo menos productivos. La consecuencia es que el salario mínimo en el Sur de Europa sería una restricción vinculante que da lugar a una gran cantidad de trabajadores que no serán contratados al precio mínimo. Es decir, se produce un desempleo elevado: millones de trabajadores, especialmente jóvenes, que buscan trabajo pero que no pueden encontrarlo.

Se crea además un potente incentivo a eludir la ley, produciéndose una contratación ilegal de trabajadores que no realizarán cotizaciones sociales. Un mercado negro de trabajo.

En los efectos indeseados del precio mínimo, traducidos al salario mínimo, se destacan ahora un desempleo elevado, sobrecualificación de los trabajadores, mercado negro. Casualmente en España somos campeones en esas tres disciplinas.

Así que existe un problema y la sospecha fundada sobre su origen. Habrá que hacer algo, ¿verdad?

¿Habrá que establecer sistemas reducidos de cotización en algunos supuestos?

Ahí está el sistema creado por el anterior Gobierno para el trabajo doméstico, que se implanta obligatoriamente en junio, ¿funcionará?

¿Facilitará la reforma laboral la futura contratación?

Lo que no podemos es ser el país con mayor paro y economía sumergida del mundo occidental.


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