miércoles, 21 de marzo de 2012

Lecturillas de antoniomm





Se abre la entrada de 21/03/2012 al blog de Antonio Muñoz Molina, el anfitrión antoniomm, con una relación de libros que no tienen orden ni tema ni principio ni fin.

http://antoniomuñozmolina.es/2012/03/para-que-luego-se-acuerde/

El asunto de la entrada, Para que luego se acuerde, se concretará en un extracto de Prosas apátridas, de Julio Ramón Ribeyro que habla de la primera casa para el niño. Pero más que por esta concreción, la entrada me fascina por la descripción que hace antoniomm de los autores: libros casi siempre escritos por gente un poco holgazana, observadora, solitaria, al mismo tiempo ilusionada y desalentada, descreída de los grandes proyectos y de los énfasis rotundos.

Esa descripción es para mí una manera de presentar a un amigo, así que me lanzo a conseguir alguna información sobre la relación de lecturas. Y sucede como a veces cuando preparamos un viaje: la propia preparación ya anticipa el gozo del viaje. La lista y algunas notas:



Prosas apátridas, de Julio Ramón Ribeyro
Lima 1929-1994. Celebrado cuentista (La palabra del mundo). Prosas apátridas aparece en 1975, así que el artista pasa de 45.

Spleen de París, de Baudelaire
París 1821-1867. Poemas en prosa. El spleen era el tedio, la melancolía sin motivo. Parte de esta obra se publicó en 1864.

La tumba sin sosiego, de Cyril Connolly
Coventry, UK, 1903-1974. Crítico literario más que escritor. Reputada edición en español de Editorial Sur, Argentina, de Victoria Ocampo, traducción de Ricardo Baeza, 1944. Inspirado en la leyenda de Palinuro, piloto de Eneas (La Eneida) que quedará vagando por el Hades.

Último round, de Julio Cortázar
1914-1984. Se publicó en 1969, y forma una cierta unidad con La vuelta al día en ochenta mundos. Se habla de música, jazz, de boxeo, aparecen los cronopios. Dos títulos llamativos: Louis enormísimo cronopio y La vuelta al piano de Thelonious Monk.

El hacedor, de Jorge Luis Borges
Buenos Aires 1899-1986. Publicado en 1960. Breves instantáneas. He leído ahora la que da nombre al libro, que dibuja en muy pocas palabras a un guerrero griego, el pudor estoico no había sido aún inventado y Héctor podía huir sin desmedro. Siente que va perdiendo la vista. Se trata de Homero. He releído Las uñas, ese tenue armamento emitido por los dedos del pie, tercamente, hasta que los modere la corrupción.

El rastro, de Ramón Gómez de la Serna
Madrid 1888-1963. Publicado en 1915, esta es la única obra de juventud de la lista. Dos años anterior a Greguerías, ya sabéis, cosas como Lo más importante de la vida es no haber muerto.

Juventud, egolatría, de Pío Baroja
San Sebastián 1872-1956. Libro autobiográfico, escrito ya con unos 70 años.

Ale. A leer.

Os dejo con thelonioso al piano.

Última hora.- Me dicen que los hermosos títulos musicales de Cortázar no son de Último round sino de La vuelta al día en ochenta mundos. Qué pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario