martes, 13 de marzo de 2012

El río Escamandro

Mi río Agné tiene una pequeña idea nuclear: los sacrificios con los que se aplaca a los temidos cocodrilos los alimentan y multiplican. Tiene también la barca de Setec, con cabeza y cola de cocodrilo, como figurilla actual de bronce procedente de nosesabedónde y que compré en el museo Thyssen; quizá la misteriosa barca es la que provoca la historia.
Hay también un intento de evocar el fragor del río crecido, el fluir de los hilos de agua en tiempo seco. Y a propósito de eso viene el Escamandro, Ilíada, canto XXI, 233 - 271, entresaco:

Y Aquiles, insigne por su lanza, se metió en pleno río
saltando desde el voladizo. Y se encrespó embravecido y se arrojó,
y al volverse conmovió todas las ondas y expulsó numerosos
cadáveres, víctimas de Aquiles que pululaban por su cauce,
ocultándolos en sus grandes y profundos remolinos.
El revuelto oleaje se erguía terrible alrededor de Aquiles,
y el flujo lo empujaba al batir en el escudo; tampoco los pies
podía asentar en el suelo y se asió con ambas manos a un olmo
alto y corpulento, que, al desplomarse entonces de raíz,
derruyó consigo todo el voladizo...

...y, según va avanzando el agua, todos los cantos rodados
se van amontonando...

¿Adaptaría el narrador la cadencia de la narración a las turbulencias del río?

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