sábado, 9 de julio de 2011

Sobre héroes y tumbas



De Ernesto Sábato me había impresionado El Túnel (ET). Después de leer Sobre héroes y tumbas (SHYT) puedo decir que mi preferencia está con El Túnel, quizá por su escueto desarrollo.

Tienen bastantes cosas en común, el personaje principal es la chica, María en ET, Alejandra en SHYT, principal en el sentido de más importante, aunque el protagonista sea el chico, Martín en SHYT. Al fondo está Buenos Aires. La chica es una mujer fatal, fuerte, misteriosa, polifacética, en lucha consigo misma, especialmente la de SHYT, trágica. Su misterio es en buena parte incomprensible. En ambos casos hay una historia dolorosa de amor no correspondido que termina trágicamente, no puede ser de otra forma, cuando se plantean las relaciones entre un humano atribulado por mil perplejidades y una diosa, la historia no puede acabar entre pequeños placeres felices.

Hay algunas cosas que me son excesivas en este libro, como un amplio desarrollo de una visión muy negativa del mundo como la obra de un dios malévolo o demente, al final parcialmente redimida por la visión del cielo nocturno helado de La Pampa. También me es excesico el Informe sobre ciegos, en el que un segundo personaje casi coprotagonista, Fernando, se explaya sobre su visión del mundo, presidida por su delirio acerca del control del mundo por la secta de los ciegos, omnipotente, omnisciente, omnipresente. Sin embargo el personaje es un elemento esencial de la historia, está ahí siempre aunque no siempre se le vea, dotado de poderes y atributos maléficos pero divinos.

Se entrelaza una historia de antepasados, generales, cabalgadas y patriotismos. Una historia relativamente convergente.

Pasa toda la historia de los dioses, que acaba en llamas como los sacrificios humanos de los antiguos. Y al final quedan personas, pequeñas, lastimadas, dolientes, pero esperanzadas, como Hortensia, que tuvo un canario que daba alegría oírlo hasta que se lo comió el gatazo del vecindario. O el propio Martín, meando de noche camino del lejano sur mientras mira el cielo pampero.

Ya sé que me dejo cosas. Y que se me escapan otras, lo supongo.

PS.- Probablemente Sábato veía el mundo en grandes trechos como basura y maldad y conspiraciones del poder (y tenía muchas razones), y sólo en pequeños tramos encontraba una humilde muestra de alegría vital o de bondad (como Hortensia). Y probablemente buena parte de los entusiastas de este libro comparten en cierta medida esa visión nihilista. En mi opinión los humanos estamos tan dotados, o más, como los perros y las golondrinas para ser felices, lo que no quita para que, también como los perrillos y las golondrinas, a veces temblemos de frío, o miedo, o nos sumamos en profunda tristeza. ¿Perra vida? No, gracias.

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