Eça de Queirós nació en Póvoa de Varzim, población litoral a 27 km al N de Oporto, el 25 de noviembre de 1845. Estudió
Derecho en Coímbra, vivió en Évora y en Lisboa, donde trabajó de
abogado y a la vez de periodista, y en Leiría, donde comenzó la
carrera administrativa. Nombrado cónsul en La Habana y desde
allí conoce también los EEUU; luego pasará como diplomático a
Inglaterra, primero cónsul en Newcastle-on-Tyne, luego en Bristol,
donde permanecerá diez años; finalmente será nombrado cónsul en
París, desde 1888 hasta su muerte el 16 de agosto de 1900, tan joven
aún, con 55 años.
Reflexiona su personaje, João da Ega,
sobre la carrera diplomática:
Por fim, em que consistía a
diplomacia portuguesa? Numa outra forma de ociosidade, passada no
estrangeiro, com o sentimento constante da própia insignificância.
Queirós es uno de
los grandes autores portugueses, realista, crítico, irónico. Se
considera esta obra, Os Maias, la mejor de Queirós, y una de
las cumbres de la literatura portuguesa. Pois sim.
La historia se
desarrolla principalmente en Lisboa, entre la Rua das Janelas Verdes,
O Aterro , O Chiado, A Baixa. También, junto al Duero, en la finca
familiar próxima a Resende. Tres generaciones de Maias, muy ricos
fidalgos portugueses, aparecen en la novela; el último, Carlos da
Maia será el héroe destacado, “O distinto e brilhante sportman,
o Sr. Carlos da Maia”, como le saluda la prensa lisboeta; le
valía la elegancia de sportman, chique a valer, para ir por
la vida sin preocuparse de ganar el sustento, ni siquiera el lujo,
pero estudió medicina; eso sí, no llegará a atender muchos
pacientes, su dedicación principal será el puro ser: ser rico.
Como estamos en la
Tasca, veamos qué hace la competencia: Carlos y el poeta Alemcar buscan
dónde “refrescar” en la Rua das Janelas Verdes,
Entraram numa pequena venda, onde a
mancha amarela de um cadeero de petróleo destacava numa penumbra de
subterrâneo, alumiando o zinco húmido do balcão, garrafas nas
prateleiras, e o vulto triste da patroa com um lenço amarrado nos
queixos. (A Sra. Cândida estava
com dores de dentes).
Un día de
primavera en Lisboa
Era um día já quente,
azul-ferrete, com um desses rutilantes sóis de festa que inflamam as
pedras da rua, douram a poeirada baça do ar, põem fulgores de
espelho pelas vidraças, dão a toda a cidade essa branca faiscação
de cal, de um vivo monótono e implacável, que na lentidão das
horas de Verão cansa a alma e vagamente entristece.
Concordo: tambem
eu, na Sevilla, sinto que o Verão cansa a alma, que vagamente
entristece.
Dª María, una
señora ya mayor, está murcha:
É do tempo. Eu já estou na idade
em que o bom humor ou o aborrecimento vêm só das influências do
tempo...
La historia se
encamina a la relación de Carlos y María (no la Dª María, no la
liemos), un amor apasionado sobre diseño trágico: descubrirán que
son hermanos.
Creo que Queirós
narra las escenas de amor de modo magistral. Aquí por ejemplo,
Carlos acaba de declararse a María, la adora:
Ella ergueuse bruscamente, ele
tambén – e assim ficaram, mudos, cheios de ansiedade,
traspassando-se com os olhos, como se se tivesse feito uma grande
alteraçao no universo e eles esperassem, suspensos, o desfecho
supremo dos seus destinos... E foi ella que falou, a custo, quase
desfalecida, estendendo para ele, como se o quisesse afastar, as mãos
inquietas e trémulas:
--- Escute! Sabe bem o que sinto por
si, mas escute...
Cuando se manifiesta el destino trágico todo se derrumba, muere el abuelo Maia, se separan los amantes, anonadados, ahora que saben que son hermanos. Pero la vida sigue.
Parece ser que
Queirós tenía una intención crítica con la mentalidad romántica
que identificaba en sus paisanos, con el vicio de gobernarse por el
corazón y no por la cabeza. Y la historia termina con una escena
irónica: después de haber sido zarandeados en la vida llevados por
el corazón, los dos amigos, Carlos da Maia e João da Ega, sacan
conclusiones, dice Ega,
--- Se me dissessem que ali em baixo
estava uma fortuna como a dos Rotschilds ou a coroa imperial de
Carlos V, á minha espera, para serem minhas se eu para lá corresse,
eu não apressava o passo... Não! Não saía deste passinho lento,
prudente, correcto, que é o único que se deve ter na vida.
--- Nem eu! --- acudiu Carlos com
uma convicçao decisiva.
...
Ese pasito lento, prudente, correcto, lo único que se debe tener en la vida. Sí.
Pero se acuerdan de
que llegan tarde a la cena con los amigos, caramba, y el tranvía se
les va, de modo que tiran los puros, se sujetan los sombreros y
corren despendolados tras él.
Notas.
O Aterro.- La nueva
expansión, en aquellos años, mediante aterramiento hacia el estuario del Tajo, entre el
Cais de Sodré y la Rua das Janelas Verdes, que dará lugar a la
actual Avenida 24 de Julio.
El tranvía.- “O
americano”, primeros tranvías tirados por caballos, explotados por
la Companhía Carris de Ferro de Lisboa, 1873.
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ResponderEliminarAlbergo en mis estanterías "La ilustre casa de Ramires". A toda la familia, ojo, al padre, a la madre, a la abuelita... La leí hace muchos años y no me queda recuerdo de ella, cosa que no ocurrió con "El primo Basilio", una de esas novelas con criada respondona que sabía muy bien cómo tensionar al lector.
:-)
El Ramires no lo he leído, creo que era póstumo pero aún no me he muerto.
ResponderEliminarLa criada era terrible, creo recordar que se murió de rabia: reventó. Qué mala.