¿QUEEÉ?

TASCA VIRTUAL a modo de espacio común, lugar donde las conversaciones se entrecruzan. Condenada al reparo de lo escrito, que ahí queda, pero tasca bendita en la que las palabras, incluso las que nadie oyó, se graban en el pavimento en cuanto condensan las voces en el aire, olvidadas al echar el cierre.
Cuando hablamos de nombres para este espacio, hablamos de mencionar que somos efímeros: memento mori; que la virtualidad nos enmudece, que somos inútiles (unos más que otros), que el cuervo sí o que el cuervo no.
El nombre, LA TASCA DEL CUERVO PARLANCHÍN, aloja el espacio común libre y sin pretensiones de una Tasca, apela a los espíritus mediadores de los dioses personalizados en el Cuervo, es verdad que también un poco presumido y ególatra, justo como nos gusta a tantos ser a veces, y, por último, el nombre es un conjuro contra la mudez virtual, declarando Parlanchín al Cuervo.
Queda un nombre hermoso, que puede ser efímero como un chubasco, y que suena a preexistente, y seguramente lo es. No importa. Somos humanos, una especie nueva en comparación con las cucarachas pero vieja vieja en relación a nuestros pocos añitos: es fácil que esas cinco palabras se hayan encontrado juntas otras veces, siquiera en griego.
El objeto inconfesable de este blog, para algunos, es dominar el mundo, para otros, extender las manías personales al universo todo, para otros más, ninguno de los anteriores sino cualquier otro. La cuestión es que la suma de objetos se debe parecer mucho a la suma de objetos de los parroquianos de una tasca.
Vamos allá.