Zweig narra, aventura hipótesis sobre el personaje, filosofa. Veamos algunas perlas, tomadas literalmente:
Pero José Fouché sigue siendo el frío calculador de siempre,
el realista impasible, tras estos fingidos apasionamientos...
Todos los que más tarde han de
aparecer como bestias sangrientas, como asesinos frenéticos, ebrios
con el olor de los cadáveres, todos
detestan en su interior (lo mismo que Lenin y los jefes de la
revolución rusa) las ejecuciones. Empiezan por tener a raya a sus
adversarios políticos con la amenaza de muerte; pero la simiente del
dragón del crimen surge violenta del consentimiento teórico
del crimen mismo. No pecó por embriaguez de sangre la revolución
francesa, sino por haberse embriagado con palabras
sangrientas. Para entusiasmar al pueblo y para justificar el propio
radicalismo, se cometió la torpeza de crear un lenguaje cruento;
se dió en la manía de hablar constantemente de traidores y de
patíbulos. Y después, cuando el pueblo, embriagado, borracho,
poseído de estas palabras brutales y excitantes, pide efectivamente
las «medidas enérgicas» anunciadas como
necesarias, entonces falta a los caudillos el valor de resistir:
tienen que guillotinar para no desmentir sus frases de constante
alusión a la guillotina. Los hechos han de seguir fatalmente a las
palabras frenéticas.
Pero también en el terreno bajo y más firme de la política, una ausencia temporal da al hombre de Estado nueva lozanía en la mirada y mayor intensidad para pensar y calcular el juego de las fuerzas políticas. Nada más propicio para una carrera que su interrupción temporal, pues el que ve el mundo siempre desde arriba, desde la nube imperial, desde la altura de la torre de marfil del Poder, no conoce otra cosa que la sonrisa de los subordinados y su peligrosa complacencia; el que siempre sostiene en las manos la medida, olvida su verdadero valor. Nada debilita tanto al artista, al general, al hombre de Poder, como el éxito permanente a voluntad y deseo. En el fracaso es donde conoce el artista su verdadera relación con la obra: en la derrota, el general, sus faltas, y en la pérdida del favor, el hombre de Estado, la verdadera perspectiva política. La riqueza permanente debilita; el aplauso constante hace insensible; únicamente la interrupción procura al vario ritmo de la vida nueva tensión y elasticidad creadora, únicamente la desgraciada mirada profunda y extensa para la realidad del mundo. Enseñanza dura, pero enseñanza y aprendizaje es todo destierro: al débil le amasa de nuevo la voluntad, al indeciso le hace enérgico; al duro, mas duro aún. Nunca es el destierro para el verdadero fuerte una mengua: es siempre un tónico de su fuerza.
Las personalidades superiores se identifican al vuelo. Enseguida reconoce Fouché, en la inaudita dinámica de este hombre de Poder, el genio invencible del dominio; enseguida reconoce Bonaparte en Fouché, con su mirada aguda de fiera, el ayudante utilísimo que con rapidez comprende todo y lo convierte enérgicamente en hechos.
«Fue peor que un crimen: fue una
equivocación». (Fusilamiento del Duque de Enghien).
Con la misma repugnancia vuelve a tomar
Napoleón a su servicio a Fouché. Hace diez años que conoce a este
carácter de reptil y sabe que no sirve a nadie en
el fondo y que sólo se deja arrastrar por su pasión del juego
político.
...pudo decir de él, quien más a fondo
le conocía, Napoleón, en Sana Elena, con palabra profunda: «¡Sólo
un traidor verdadero, perfecto, he conocido: Fouché!»
«No he sido yo quien ha traicionado a
Napoleón, ha sido Waterloo».
El Emperador no puede dominarse. «Es
usted un traidor, Fouché -grita-; debía mandarle al patíbulo.»
«No soy de esa opinión, Majestad», contesta impávido el ministro con la mayor sangre fría.
UNA TRAYECTORIA
«No soy de esa opinión, Majestad», contesta impávido el ministro con la mayor sangre fría.
UNA TRAYECTORIA
Nace en 1754, familia marinera, zona de Nantes.
Seminarista, religioso, profesor de latín, matemáticas y física.
Apoyó
la Revolución de 1789 y entró como moderado en la Asamblea
Nacional.
Se pasa a los radicales jacobinos al votar la ejecución
del Rey Luis XVI.
Entre los jacobinos se convirtió en uno de los más
radicales, defendiendo posiciones comunistas y contrarias a toda
religión.
Enviado a Lyon por el Comité de Salud Pública (1793), se
gana el apelativo de “ametrallador de Lyon”, por su manera
eficiente de ejecutar burgueses a cañonazos de metralla,
convenientemente unidos en paquetes compactos de 50, 100, 200
hombres.
Desde la sombra se enfrenta a Robespierre, que finalmente
es guillotinado tras el golpe de estado de Thermidor (1794).
En la
etapa del Directorio Fouché tiene que esconderse, proscrito por sus actividades durante el Terror, y vivir miserablemente durante
tres años. Barras le encarga pequeños
trabajos de espionaje.
En 1799 es nombrado Ministro de
Policía con el apoyo de Barras.
Caerá Barras y Fouché sigue siendo Ministro de Policía bajo Napoleón (1799-1802)
Apartado del poder por Napoleón, dedicado a especulaciones financieras, millonario (1802-1804)
Vuelve a ser Ministro con Napoleón emperador (1804-1811)
Apartado nuevamente del poder por Napoleón (1811-1814)
Vuelta de Napoleón (Cien Días), y de nuevo
Ministro de Policía (1814)
Derrota de Waterloo (1815) y
restauración de la Monarquía en Luis XVIII, hermano del ejecutado
Luis XVI. Pacta con Luis XVIII su nombramiento como Ministro.
Finalmente es apartado definitivamente
de todo cargo público en 1816
Residió en Austria hasta su muerte en
1820
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